02 diciembre 2010

La culpa no es del chancho... o, "Amado, hagamos la revolución del chancho"

La culpa no es de Adriana Amado. Intelectual, analista de medios, escritora y, por alguna razón que hasta ella misma desconoce, referente destacado en cuestiones de género.  En el ámbito de la comunicación es una persona de gran prestigio; su estilo de escritura, hijo de la academia y el humor gris, es requerido por los principales diarios y revistas del país. Sus notas y libros son palabra santa; así de grosa es. Pero resulta que hace unos días, Hipercrítico.com publicó Sentido común para mujeres argentinas, en donde reflexiona y critica la naturalidad con la que las mujeres relegan su lugar a partir de la aceptación del tratamiento que reciben en los diferentes ámbitos discursivos de la sociedad, ya desde la infancia.
Muchas veces Adriana escribe sobre las mujeres, desde un punto de vista analítico y descriptivo. El humor es su sello, hasta en los libros académicos. Pero esta vez, su ironía y doble sentido parecían más severos que pícaros. Los comentarios llovieron al instante, y como cada uno apuntaba hacia su lado, la hostilidad se filtró entre los cibernautas. Hombres y mujeres enfrentados, y no justamente para darse un beso.

Adriana siempre provoca cuando escribe. Es la que tira la primera piedra, y después se hace cargo de lo genera. Eso lo sé, me encanta su estilo revoltoso y chic; pero esta vez sonaba distinto. Cuando algo cambia, el entorno reacciona. Y fueron ellas las que me trajeron viejas preguntas sobre contenidos editoriales que creía resueltas. ¿Tanto poder tiene sobre el lector la construcción de la noticia? Podía ver en los comentarios que postearon, que los lectores parecían desorientados. ¿Qué pasó? Sí, el estilo es diferente, pero las ideas son tan claras como siempre. Me pregunto: ¿Basta con pintar una pared de otro color para que nos choquemos con los muebles?

No sé si me preocupa o me da miedo. Con un pie en la segunda década del siglo XXI, la reacción de los lectores deja qué pensar. Es cierto, leer a Amado y sacarle el jugo, requiere de ciertos conocimientos. Es, de alguna manera, como Rayuela, no se lee lineal, aunque el texto así lo imponga. Su propuesta, plagada de metáforas y un uso lúdico de las palabras ponen en juego un contrato de lectura más parecido al de Internet, con sus hipervínculos, que a la lectura lineal. Amado nunca dice lo que muestra la superficie, lo más jugoso está entrelíneas, próximo al sentido simbólico que toman las representaciones del imaginario colectivo, en un tiempo y lugar precisos. La cuestión, es que esta vez, no largué ni una sola carcajada, más bien fruncí el ceño por el efecto que esa nota me provocó.

Mientras leía Sentido común para mujeres, pensaba en amigas a las que admiro y son modelos de gran inspiración: Rosita Chehebar, que introdujo la neonatología en el país; Adriana Amado, experta en comunicación y curiosa incansable; Gladis Rubio, tremenda artista plástica; Viviana Reynoso, inteligente y graciosa. Y tantas otras como ellas que aportan a la sociedad, hasta nuestra presidenta –más allá de toda discrepancia-. Ellas, y tantas otras, no tienen cabida en el imaginario colectivo. ¿Por  qué? ¿Cómo puede ser que aún circulen discursos degradantes para la mujer, cuando ocupa cada vez más lugares de relevancia?

Es probable que las mujeres intrépidas, seguras y capaces de caminar en todo terreno con stilletos durante todo el día, no se sientan afectadas por el maltrato, la desvalorización y la ausencia de un significante que las identifique. Pero la falta de un modelo, afecta seriamente a la sociedad. Si el aspiracional es el estereotipo impuesto por la publicidad, la frustración está en la puerta de cada casa, impidiendo la salida para alcanzar el deseo y el crecimiento personal.

Visto así, no es extraño que Amado haya escrito en ese tono. En tiempos donde las empresas de medios imponen la agenda de temas en la opinión pública en función de sus propios intereses comerciales, si la sociedad civil no se compromete, estamos en el horno. Quejarse no sirve, así que no nos queda otra que hacer algo para que las cosas cambien. Para cambiar, hay que cambiar el discurso.   
No sólo lavamos platos, somos constipadas y llevamos adelante la familia; nuestras posibilidades no tienen límites, pero hay que salir a buscarlas con compromiso y convicción.

Cambiar los valores dominantes en una sociedad como la nuestra, requiere de valor. Posiblemente hayan sido los valores los que sacudieron a una parte de los lectores de la nota de Adriana. La culpa la tienen la posmodernidad, el poscapitalismo y las TICs. Con la muerte de las ideologías y la velocidad con la que cambia el mundo, el tiempo no alcanza para decidir en qué comprometerse. Es imposible avanzar al ritmo que la globalización impone, si nuestros actos son regidos por valores morales que arrastramos desde la época colonial.

La culpa no es del chancho, de Adriana Amado, ni de los medios, sino de la falta de compromiso de cada persona. Eso sí, todo compromiso implica un sacrificio, que cada una de nosotras debe enfrentar para alcanzar la meta. Como en toda revolución.
….
Dicho esto, me despido porque tengo que lavar los platos y tomar un Activia.

¡OUCH!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

“¿Cómo puede ser que aún circulen discursos degradantes para la mujer, cuando ocupa cada vez más lugares de relevancia?”
¡Muy bien Mariana! Contá con nosotras para la “Revolución del chancho”. Si hay que sacrificarse, lo hacemos… Lo que sea (menos dieta y gimnasia) ja ja

Nos, las representantes del género femenino, del Pueblo de la Nación Argentina asumimos el compromiso y nos sumamos a la lucha por la causa.

También comentamos en la nota de la Dra. Amado a la que hacés referencia. Coincidimos con vos, definitivamente “una grosa”. Y ahora, ¡hasta tiene bloggeros comunicando su talento! Quien lo diría… ¡Lo que desata la admiración! ¿Bloggeros A? =)

Un gusto Mariana participar en tu espacio. Solo una pregunta más, quizás sepas la respuesta. El Activia, ¿en ayunas o a cualquier hora del día…? Je

¡Un abrazo!
Mujeres Argentinas

Adriana dijo...

Gracias Mariana por tanto que decís de mis desquicios ensayísticos. Tenés mucha razón de que mi humor se había puesto un poco ácido por esos días. Y la verdad, como decís, si sirvió para dar otra cachetada a alguno que anda insensible por ahí, valió la pena. Sigamos cacheteando. Pero tenés razón. La próxima me voy a reir un poco más.

Mariana Cabrera dijo...

Mujeres Argentinas, no teman. La revolución que propongo está sustentada en una sólida convicción ideológica: "Gocemos como chanchos."
No iremos a la estratósfera ni viajaremos en tren bala, pero para el champagne y los electrodos estamos a tiempo. El sacrificio no tiene por qué ser una mochilla de piedras si ponemos el corazón en el compromiso.
Instalemos ya un nuevo paradigma, por Dior!!!

Muchas gracias por participar, y por el buen humor.
Salud!!

AMADO, dearest friend. Mis guantes están listos para salir a cachetear cuando mandes. Sabés que te banco a muerte.
Besossss

Anónimo dijo...

violencia es mentir